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MUSEO NUMU
El hecho de emplazarse en un parque público no es una decisión inocua y por el contrario, reviste al encargo de una responsabilidad que va más allá de la correcta resolución programática de un edificio, pues al proponer un edificio privado en un área verde de uso público, se generarán roces con una comunidad cada vez más empoderada. Es así como la propuesta deberá necesariamente ofrecerle un valor adicional al parque y, a través de su diseño, mejorar sus condiciones actuales.
La ubicación del proyecto dentro del mismo parque tampoco es casual, pues se trata de un extremo que actualmente es sub utilizado pero que tiene el potencial estratégico de convertirse en su acceso principal, ya que se encuentra junto a un nodo en el que confluyen importantes avenidas, autopistas urbanas y la futura extensión de la red de metro. Así, el edificio tendrá además el potencial de ser un hito que marca el comienzo -y término- del Parque Bicentenario.
La propuesta se basa en 3 operaciones principales que guían el proyecto:
La primera operación fue elevar la superficie de área verde que el edificio toma a nivel de suelo y llevarla a la cubierta consolidando un mirador superior de libre acceso, bajo el cual se desarrollará el Museo. Esta cubierta se inclina levemente, una mitad hacia la calle, con vista al Cerro San Luis y la otra mitad inclinada hacia el cerro San Cristóbal y el rio Mapocho en el nor-poniente, generando una plaza de contemplación y descanso en la que su pendiente recuerda en cierta forma al “Campo de Siena” en Italia (imagen 1) reconociendo de esta forma el entorno inmediato y los hitos geográficos circundantes.
La segunda operación fue plantear este mirador superior sobre un sistema constructivo en base a una retícula estructural de marcos de madera laminada, lo que genera un andamiaje de soporte permeable y liviano capaz de interactuar con el parque y albergar las distintas partes del programa. El uso de madera además reconoce la extensa historia de arquitectura maderera propia de Chile y le otorga al conjunto una identidad local propia.
La tercera operación quizás la más importante y que viene a articular todos los puntos anteriores, es la disposición de un sistema de pasarelas y senderos públicos que se emplazan perimetralmente en los intersticios que se producen entre el museo y el andamiaje estructural, evocando en cierta medida la Torre de Agua de la Corporación Amereida en Ritoque (imagen 2). Este sistema de rampas es de libre acceso y genera un paseo público e independiente que relaciona el Paseo de los Plátanos, el Parque y este nuevo mirador superior. De esta forma se crea un recorrido que hace que la experiencia de transitar hacia y desde el parque sea memorable, generando distintas relaciones visuales e interactuando en ciertos puntos con el museo propiamente tal, integrándolo al circuito y entregando nuevos puntos de vista de la geografía del valle de Santiago.
CONCEPTOS CLAVE:
Espacio expositivo versátil
El museo se articula en torno a un foyer central alrededor del cual se distribuyen las grandes salas de exposición, llevando al mínimo la superficie de circulaciones. Dichas salas se pueden unir formando un gran recinto de 2000 m2, al mismo tiempo que se pueden compartimentar para muestras más pequeñas y variadas aprovechando la cuadrícula estructural del cielo. Esto, sumado a una altura libre interior de más de 10 mts, permite albergar exposiciones de gran tamaño. Por su parte la sala de exposición 3 tiene la posibilidad de unirse a la sala multiuso formando un gran espacio de 1000m2.
Más allá de un Museo
La propuesta pretende generar vínculos con la comunidad, más allá del funcionamiento del Museo. Es por esto que todo el programa anexo, salas de clases, biblioteca, auditorio, restaurante, cafetería y el mirador superior, se plantea vinculado al Museo, pero con una operación que se puede independizar de este. Esto se logra al emplazar este programa en patios que se vinculan directamente con el Parque y el espacio público, con lo que pasa a ser parte de su equipamiento, acercando la cultura al uso cotidiano.
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Territorio como valor paisajístico
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Puesto que el concurso es de Arquitectura y Paisajismo, la propuesta de paisaje para el museo NUMU es fundamental y tiene como objetivo realzar el valor propio del paisaje circundante y potenciar el valor escénico del lugar. Se propone una pradera natural en la cubierta del museo, compuesta de gramíneas, flores y espinos, todas especies propias de nuestros cerros de la cuenca metropolitana. Esta asociación vegetal viene a contribuir ecológicamente a un sistema de cerros y particularmente a un importante corredor de espacios verdes que se suceden al borde del rio Mapocho. Dos patios arbolados al interior del museo permiten la incorporación del parque en su interior.
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Sustentabilidad
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El proyecto se plantea como un edificio sustentable utilizando cinco recursos:
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1.- Elementos de madera pre fabricados: La estructura de madera laminada prefabricada minimiza el impacto en el Parque durante su construcción y en ultima instancia puede llegar a ser desmontado al modo de los grandes pabellones que se han emplazado en distintos parques alrededor del mundo.
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2.- Cubierta Vegetal: El mirador publico que contiene vegetación autoctona, no solo restituye área verde que el edificio pudiera haberse tomado, sino que además sirve como control pasivo de confort climático.
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3.- Iluminación natural y cristales fotovoltaicos: Se plantean lucarnas cuidadosamente estudiadas (imagen 3) para iluminar de forma natural e indirecta las 2 principales salas de exposición minimizando el uso de luz artifical. Dichas lucarnas contienen cristales fotovoltaicos que permiten captar energía y utilizarla para reducir el consumo energético del edificio
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4.- Ventilacion cruzada: Todos los recintos principales pueden ser ventilados de forma natural y cruzada, lo que permite un ahorro sustantivo en costos de climatización.
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5.- Climatización geotérmica
El Museo como pieza urbana
En última instancia, el edificio viene a sumarse a su entorno como una nueva pieza urbana que termina por configurar los límites del Parque Bicentenario, con el Restaurant Mestizo en su otro extremo, el Centro Cívico de Vitacura al medio y ahora el NUMU como remate sur. Además, dada su geometría y dimensión en planta, establece otro eje de relación con el edificio de la CEPAL, uno de los mejores exponentes de arquitectura moderna en Chile (imagen 5), capaz de detonar a futuro la explanada de área verde en deshuso que se encuentra entre ambos edificios como un nuevo espacio público.
MUSEO NUMU
El hecho de emplazarse en un parque público no es una decisión inocua y por el contrario, reviste al encargo de una responsabilidad que va más allá de la correcta resolución programática de un edificio, pues al proponer un edificio privado en un área verde de uso público, se generarán roces con una comunidad cada vez más empoderada. Es así como la propuesta deberá necesariamente ofrecerle un valor adicional al parque y, a través de su diseño, mejorar sus condiciones actuales.
La ubicación del proyecto dentro del mismo parque tampoco es casual, pues se trata de un extremo que actualmente es sub utilizado pero que tiene el potencial estratégico de convertirse en su acceso principal, ya que se encuentra junto a un nodo en el que confluyen importantes avenidas, autopistas urbanas y la futura extensión de la red de metro. Así, el edificio tendrá además el potencial de ser un hito que marca el comienzo -y término- del Parque Bicentenario.
La propuesta se basa en 3 operaciones principales que guían el proyecto:
La primera operación fue elevar la superficie de área verde que el edificio toma a nivel de suelo y llevarla a la cubierta consolidando un mirador superior de libre acceso, bajo el cual se desarrollará el Museo. Esta cubierta se inclina levemente, una mitad hacia la calle, con vista al Cerro San Luis y la otra mitad inclinada hacia el cerro San Cristóbal y el rio Mapocho en el nor-poniente, generando una plaza de contemplación y descanso en la que su pendiente recuerda en cierta forma al “Campo de Siena” en Italia (imagen 1) reconociendo de esta forma el entorno inmediato y los hitos geográficos circundantes.
La segunda operación fue plantear este mirador superior sobre un sistema constructivo en base a una retícula estructural de marcos de madera laminada, lo que genera un andamiaje de soporte permeable y liviano capaz de interactuar con el parque y albergar las distintas partes del programa. El uso de madera además reconoce la extensa historia de arquitectura maderera propia de Chile y le otorga al conjunto una identidad local propia.
La tercera operación quizás la más importante y que viene a articular todos los puntos anteriores, es la disposición de un sistema de pasarelas y senderos públicos que se emplazan perimetralmente en los intersticios que se producen entre el museo y el andamiaje estructural, evocando en cierta medida la Torre de Agua de la Corporación Amereida en Ritoque (imagen 2). Este sistema de rampas es de libre acceso y genera un paseo público e independiente que relaciona el Paseo de los Plátanos, el Parque y este nuevo mirador superior. De esta forma se crea un recorrido que hace que la experiencia de transitar hacia y desde el parque sea memorable, generando distintas relaciones visuales e interactuando en ciertos puntos con el museo propiamente tal, integrándolo al circuito y entregando nuevos puntos de vista de la geografía del valle de Santiago.
CONCEPTOS CLAVE:
Espacio expositivo versátil
El museo se articula en torno a un foyer central alrededor del cual se distribuyen las grandes salas de exposición, llevando al mínimo la superficie de circulaciones. Dichas salas se pueden unir formando un gran recinto de 2000 m2, al mismo tiempo que se pueden compartimentar para muestras más pequeñas y variadas aprovechando la cuadrícula estructural del cielo. Esto, sumado a una altura libre interior de más de 10 mts, permite albergar exposiciones de gran tamaño. Por su parte la sala de exposición 3 tiene la posibilidad de unirse a la sala multiuso formando un gran espacio de 1000m2.
Más allá de un Museo
La propuesta pretende generar vínculos con la comunidad, más allá del funcionamiento del Museo. Es por esto que todo el programa anexo, salas de clases, biblioteca, auditorio, restaurante, cafetería y el mirador superior, se plantea vinculado al Museo, pero con una operación que se puede independizar de este. Esto se logra al emplazar este programa en patios que se vinculan directamente con el Parque y el espacio público, con lo que pasa a ser parte de su equipamiento, acercando la cultura al uso cotidiano.
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Territorio como valor paisajístico
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Puesto que el concurso es de Arquitectura y Paisajismo, la propuesta de paisaje para el museo NUMU es fundamental y tiene como objetivo realzar el valor propio del paisaje circundante y potenciar el valor escénico del lugar. Se propone una pradera natural en la cubierta del museo, compuesta de gramíneas, flores y espinos, todas especies propias de nuestros cerros de la cuenca metropolitana. Esta asociación vegetal viene a contribuir ecológicamente a un sistema de cerros y particularmente a un importante corredor de espacios verdes que se suceden al borde del rio Mapocho. Dos patios arbolados al interior del museo permiten la incorporación del parque en su interior.
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Sustentabilidad
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El proyecto se plantea como un edificio sustentable utilizando cinco recursos:
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1.- Elementos de madera pre fabricados: La estructura de madera laminada prefabricada minimiza el impacto en el Parque durante su construcción y en ultima instancia puede llegar a ser desmontado al modo de los grandes pabellones que se han emplazado en distintos parques alrededor del mundo.
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2.- Cubierta Vegetal: El mirador publico que contiene vegetación autoctona, no solo restituye área verde que el edificio pudiera haberse tomado, sino que además sirve como control pasivo de confort climático.
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3.- Iluminación natural y cristales fotovoltaicos: Se plantean lucarnas cuidadosamente estudiadas (imagen 3) para iluminar de forma natural e indirecta las 2 principales salas de exposición minimizando el uso de luz artifical. Dichas lucarnas contienen cristales fotovoltaicos que permiten captar energía y utilizarla para reducir el consumo energético del edificio
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4.- Ventilacion cruzada: Todos los recintos principales pueden ser ventilados de forma natural y cruzada, lo que permite un ahorro sustantivo en costos de climatización.
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5.- Climatización geotérmica
El Museo como pieza urbana
En última instancia, el edificio viene a sumarse a su entorno como una nueva pieza urbana que termina por configurar los límites del Parque Bicentenario, con el Restaurant Mestizo en su otro extremo, el Centro Cívico de Vitacura al medio y ahora el NUMU como remate sur. Además, dada su geometría y dimensión en planta, establece otro eje de relación con el edificio de la CEPAL, uno de los mejores exponentes de arquitectura moderna en Chile (imagen 5), capaz de detonar a futuro la explanada de área verde en deshuso que se encuentra entre ambos edificios como un nuevo espacio público.